Por fin ha llegado el día en el que os animamos a descubrir este enigmático salto de agua, en la cara más oculta y salvaje de los Montes Aquilianos. Nos encontramos pues muy cerca de Peñalba de Santiago, dentro de los dominios de lo que hoy se denomina la "tebaida berciana", donde cada rincón esconde sorpresas para viajar sin prisas.
El inicio de la jornada ya de por sí merece el viaje. Dejamos el coche en Carracedo de Compludo, una de nuestras aldeas bercianas preferidas y de las que mejor ha sabido conservar su esencia, gracias a veces al abandono, y otras muchas a la apuesta decidida por la restauración de su espectacular arquitectura tradicional.
Atravesamos el pueblo sin poder evitar detenernos para inmortalizar cada rincón, en una fría y soleada mañana de invierno. A mano izquierda, tras cruzar el riachuelo del pueblo, nos encontraremos sin pérdida con la ruta que nos llevará hasta el Gualtón de Carracedo. Una ruta sencilla que atraviesa robledales y laderas boscosas en las que sentir el lado más auténtico de nuestras montañas.
Como curiosidad debemos apuntar que la palabra gualtón no se trata de un nombre propio, sino que es la forma en la que se denomina en esta región a los saltos de agua (también conocidos como fervenzas).
Tras algo más de media hora de senderismo para todos los públicos llegamos al último tramo, una bajada de mayor dificultad, en la que debemos ir con los cinco sentidos para no resbalarnos. La recompensa está muy cerca, y ya se puede escuchar el estruendo de las aguas en el fondo del valle. Si viajáis en época de lluvias, como la que escogimos nosotros, disfrutaréis de sus más de treinta metros de altitud en todo su esplendor. El Gualtón de Carracedo es una cascada a la que muy pocas imágenes le hacen justicia.
Fotografías: Lucas y Álvaro Docampo